Durante muchos años, la NBA fue algo inalcanzable para Nicolás Brussino. Ciertamente no pensaría en ello cuando tenía cinco años y comenzó a jugar al baloncesto junto a su hermano mayor, Juani, y a formarse como jugador en la Asociacion Deportiva Everton Olimpia (ADEO) de su Cañada de Gómez natal.
Probablemente tampoco se le pasara por la cabeza cuando fichó por Regatas Corrientes en 2012 y se convirtió en profesional. Lo que debía ser una alegría pasó a ser el susto más grande de su vida. Siempre parecía que se cansaba antes que sus compañeros, pero aquello podía pasar por ser una cuestión de condición física. En los exámenes médicos le detectaron una arritmia, y después de varias pruebas, le diagnosticaron el Síndrome de Wolff Parkinson White. Debía operarse del corazón.
“Fue medio difícil la situación,” dijo Brussino en La Nación sobre su operación. Le dijeron que tenían que operarle del corazón, y eso le asustó. A quién no le asustaría. “Al principio no sabían cuál era el grado de importancia y me dijeron que podía llegar a tener que dejar el básquet.” Su familia, que estaba allí presente, logró que se tranquilizara. Todo salió bien. Una semana después estaba entrenando de nuevo, y ya no tendría impedimentos para seguir creciendo como jugador.
Si en algún momento se le comenzó a pasar la idea de la NBA por la cabeza, aunque fuese de forma breve, seguramente fue durante la temporada pasada, la de su despegue con Peñarol. Pero tampoco parecía real. Como confesó en una entrevista con el diario argentino Olé, veía la NBA en un segundo plano, y su sueño era jugar en España, en la liga ACB. Ahora la NBA ha pasado al primer plano, y aquello que parecía tan irreal que era imposible hasta soñar con ello, empieza a verse cada vez más cerca. El argentino tendrá que luchar por una de las últimas plazas de la plantilla, pero cuenta con tantas posibilidades como el que más para llevársela.
Después de promediar 14.6 puntos, 5.5 rebotes y 3.1 asistencias en su último año en Peñarol, los Dallas Mavericks llamaron a su teléfono. Brussino había acudido también a un camp de agentes libres organizado por los Utah Jazz, y en Dallas les había gustado mucho lo que habían visto en ambos lugares. Lisandro Miranda, scout de los Mavs desde hace más de una década, llevaba siguiendo a Nico desde que comenzó a jugar en la Liga Nacional y fue clave en su fichaje. La firma del contrato se produjo en Las Vegas, aprovechando que la selección argentina preparaba allí los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Precisamente allí, en la gran cita olímpica de Río, Brussino saltó otro escalón en su carrera. Aunque es cierto que apenas dispuso de minutos a lo largo del torneo, el alero de 23 años de los Mavericks compartió concentración y experiencia con veteranos como Manu Ginobili, Luis Scola o Andrés Nocioni, y las vivencias de los entrenamientos y la convivencia con estas leyendas argentinas seguro que cuenta como varios años de experiencia para un joven como él.
“Cuando tienes 23 años y te convocan para el equipo olímpico argentino, eso tiene que darte mucha confianza”, dijo Rick Carlisle sobre su presencia con la selección. “Jugó algunos minutos en un par de partidos, y estoy seguro de que toda la experiencia ha tenido mucho valor. Estar en un equipo con Ginobili, Scola y Nocioni, jugadores legendarios con mucha experiencia NBA, también debió ser muy valioso para él.”
Cuando los Dallas Mavericks hicieron oficial el fichaje, para muchos fans fue la primera vez que leyeron su nombre. Bobby Karalla nos enseñó cómo podía encajar Brussino en los Mavs y ahora, por fin, le hemos visto jugar. En amistosos, pero ya contra competición NBA. Y hay mucho en lo que hemos visto que invita a ser optimista.
Para empezar, Brussino tiene un tamaño ideal para la posición de alero. Su puesto favorito es el de escolta, pero por altura y movilidad tendrá que aprender y adaptarse como un alero. Su gran punto fuerte es su lanzamiento exterior (39.4 por ciento de acierto en triples el año pasado), y en los amistosos también hemos visto que le sobra confianza para meter canastas como la siguiente.
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Hablando de su punto fuerte, el lanzamiento, está basado en una mecánica de tiro limpia, fluida, y que hace que se sienta a gusto y fiable desde cualquier distancia.
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Pero Brussino no solo es capaz de lanzar a canasta. Es un jugador inteligente que lee bien el juego, y en el último partido contra los Charlotte Hornets vimos varias acciones de penetración y pase que ayudaron a la fluidez del juego de los Mavs en el tercer cuarto. En este caso, Nico ataca al defensor que llega tarde (Nicolas Batum), provoca que llegue la ayuda defensiva y encuentra a Seth Curry para un triple cómodo.
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En defensa es donde Brussino notará más la diferencia de peso con el resto de aleros de la NBA. Aunque hasta ahora no lo hemos visto en pretemporada, cuando los partidos cuenten los rivales podrían atacar al argentino en el poste e intentar crear una ventaja desde ahí. Pero mientras Nico gana peso y fuerza, también tiene otras armas que puede utilizar, como su tamaño. En la siguiente acción se percata del corte a canasta de Michael Kidd-Gilchrist, reacciona lo suficientemente rápido como para desviar el pase, y luego utiliza toda su largura para impedir la canasta y coger el rebote.
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Las comparaciones siempre son odiosas, pero los fans posiblemente verán similitudes entre el juego de Brussino y el de Chandler Parsons. El joven argentino aún tiene que ganar experiencia y, sobre todo, mucho peso. El hecho de ser celiaco en el pasado podría haber sido un impedimento, pero no debería suponer problema alguno. Incluso si consigue quedarse en Dallas, es probable que los Texas Legends de la D-League sean su destino durante buena parte de la temporada, pudiendo progresar con minutos en la franquicia afiliada. El aprendizaje del lenguaje inglés, que comenzó esta misma semana con clases diarias, también debería contribuir a su adaptación.
“Es un poco un desafío para él hablar inglés ahora mismo, pero lo entiende mejor de lo que lo habla, y por eso está tomando clases de inglés,” explicó el entrenador asistente Kaleb Canales, quien comparte funciones de traductor junto a J.J. Barea y Salah Mejri. “Está siendo proactivo e intentando aprender el idioma, e intentando dar todos los pasos adecuados para aprender. Pero está viendo los ejemplos de los otros jugadores, y en la cancha está captando todo realmente bien.”
“Tenemos un gran deporte que transciende los problemas lingüísticos, y él es un chico inteligente,” dijo Carlisle sobre la barrera del lenguaje. “Tenemos a un par de personas aquí que hablan español de manera fluida. Barea y Canales lo hablan bien, Salah (Mejri) también lo habla, así que tiene ayuda. Y todos los chicos le están ayudando. Es un competidor y no tiene miedo, y lo ha demostrado hasta ahora. Así que, lo está haciendo bien, y tiene una oportunidad aquí.”
Para Argentina, Nico Brussino forma parte de una ilusionante generación de jugadores que están llamados a tener la complicada tarea de dar el relevo a la Generación Dorada formada por Ginobili, Scola, Nocioni, Prigioni y compañía. De hecho, Brussino, Patricio Garino y Nicolás Laprovittola (San Antonio Spurs) pueden ser los primeros argentinos que llegan a la NBA sin haber formado parte de esa Generación Dorada que durante tantos años ha mantenido a la albiceleste en la élite del baloncesto mundial.
Para los Dallas Mavericks, Nico Brussino puede ser una pieza más del futuro que están intentando construir, y para el cual ya cuentan con jugadores jóvenes como Harrison Barnes, Justin Anderson, Dwight Powell, Seth Curry, A.J. Hammons o Quincy Acy, todos ellos con edades comprendidas entre los 22 y los 26 años, y al que pueden unirse también otros jugadores que, como Brussino, buscan hacerse con esos últimos puestos de la plantilla (Jonathan Gibson, Dorian Finney-Smith, Kyle Collinsworth, Keith Hornsby, Jameel Warney, C.J. Williams).
Al final, la NBA debería seguir siendo algo diferente a un sueño para Nicolás Brussino. Pero ya no es porque la vea inalcanzable, sino porque puede ver que está cerca de ser una realidad.
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